domingo, 7 de junio de 2009

Show a oscuras

Un recital siempre tiene varios ingredientes que lo hacen llevadero o no.

Primero y principal, que la banda que vas a ver sea de tu agrado. No es lo mismo que sea el primer día que los ves en vivo, que sea algo cotidiano ir a sus shows o ir solo por compromiso.
Por otro lado, que no haya nada técnico que arruine la velada. Buen sonido, buen clima dentro del lugar y que la relación publico/banda sea reciproca. Buena predisposición arriba del escenario equivale a aplausos, a coros de todo aquel que se anime a cantar y ganas de que ninguna de las partes tenga que irse.
La puesta en escena es algo diferente. Hay artistas a los cuales los acompañan luces, escenografías y otros componentes que suman a la hora de que el espectáculo sea un show particular. Sino, preguntale a varias bandas inglesas que del tema saben como pocas. Y hay otros donde un escenario pelado pasa inadvertido.

Ahora, ir a un show a oscuras no es algo que suceda muy a menudo ni a lo que muchos artistas se animen. La cita era particular y la curiosidad siempre gana.

Mataplantas se presentaba en el Centro Argentino de Teatro Ciego. Hace poco sacaron disco y mas de uno con ganas de verlos se preguntaba: “pero… ¿voy a aguantar sin ver nada? ¿Las luces van a estar apagadas o me van a vendar los ojos? ¿Ellos tampoco van a ver? No puede ser, algo de luz va a haber…”

La cosa era así. Oscuridad absoluta. Y no porque ellos fueran una banda oscura, sino porque las luces no se harían presentes. Un desafío para todos, publico inclusive.

Hora pactada: 30 minutos después de medianoche. Zelaya 3006. Termina la obra previa y la gente se agolpa cerca de la sala, ese único lugar donde el frío no tiene entrada.
Donde se presentaban había que ingresar en grupos de a 10 personas. En fila, tomados de los hombros del que estuviera al frente. Y la luz queda detrás de un telón.

Seguías derecho, sobre “un piso liso, sin pozos” como te indicaba el guía. Las sillas estaban perfectamente alineadas. Y lo que pensabas que iba a ser a oscuras… era mas oscuro de lo que te esperabas.

Silencio sepulcral. La gente, todavía en grupos de 10, sigue entrando. Hasta que están todos acomodados y se comienza a sentir una brisa. El show había empezado.

Harmónicas, cascabeleros y los sentidos bien afilados. La lista de temas, de manera indefectible, tenía que quedar solo en la cabeza de los músicos y de los oyentes.
Olor a cítrico y las voces de la banda, junto con los diversos sonidos, recorrían cada rincón del lugar.

Un recital que nadie vio y que paso rapido, pero que en la cabeza de los presentes quedo mas claro que cualquier otro show al que hayan ido.