viernes, 30 de enero de 2009

Me fui

Justo ahora puede que este en Bariloche, en El Bolsón, en Esquel o en Mar del Plata. O tal vez en camino hacia alguno de estos lugares. O volviendo. Comiendo, durmiendo o básicamente preguntándome porque me volví a subir a un micro.

Me encanta viajar. Hacerlo en auto, con mi papá manejando, era el mejor viaje que podía tener. Iba atrás con mi hermana y con el discman, escuchando alguno de los 21 discos que me llevaba para las dos semanas en la costa.

Contaba todos y cada uno de los kilómetros esperando llegar al 113 para bajar, tomar una Cindor y comer muchas medialunas. Muchas, incluso arriba del auto pero siempre cuidando de no dejar ni una miga en el hermoso y gris tapizado del Renault 9. Y no porque me lo pidieran, sino porque amaba a ese auto como a cada uno de los que tuvimos.

Me acuerdo que la primera vez que estuve en la peatonal de Quilmes dije que era igual a la de Mar del Plata. Las dos borrachas que estaban conmigo ni me contestaron, argumentando (como de costumbre) que la que estaba pasada de copas era yo. Eso también era verdad, pero no impedía que las viera idénticas. Tiempo después, las tres juntas frente a la San Martín, me dieron la razón.

La valija es otro tema. Me encanta armarla. El problema es el momento de cargarla...

Cuando era chica era todo muy fácil. Hacia la lista de cosas que no debía olvidar, las agrupaba, las metía en el bolso y después alguien se encargaba de llevarlo hasta el baúl o de ponerlo en el techo con los portaequipajes. Hasta que ese servicio, junto con la niñez y los autos, desapareció.

La valijita con ruedas es un gran invento, de eso no hay dudas, pero cuando alguien te plantea: “¿Por qué no probas con las mochilas? es mucho más cómodo”, ese es el instante en que te das cuenta que tus 40 kilos y tu Metro 56 no fueron hechos para vivir un verano de mochilera. Porque, aunque le pongas ganas, sentís que el eje de la tierra (aunque nunca deje de rotar) se encuentra quieto pero tu espalda, por alguna extraña razón llamada “tumulto de ropa estremeciendo tus omóplatos”, se va acercando de a poco al piso.

Las fotos son la verdadera vedette de toda temporada. Esperar a que el rollo terminara y poder llevarlo a revelar cuando volvíamos a capital o no esperar a volver y llevarlo a la casa de Revelado en 1 Hora que esta donde termina la Peatonal San Martín, al lado de la Catedral, era una expectativa pocas veces experimentada.

Alfajores con 30 grados a la sombra. Arena. Ponerme como un camarón solo por estar 10 minutos bajo el sol. Rabas. Helado. Vivir sin remera, solo con malla y pollera.


Verano, playa, sol, videos, canciones...

http://www.youtube.com/watch?v=PLhVT7FovcU

http://www.youtube.com/watch?v=Hg7jzi9JAkw

http://www.youtube.com/watch?v=H6DsnU-JdA8

http://www.youtube.com/watch?v=Zv67X__bOCQ

http://www.youtube.com/watch?v=7M0WwbNJ008&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=YC2GvoDhZ7Q&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=-BUU7ff3ntE&feature=related